domingo, 3 de mayo de 2009

La Lepra está en carrera tras vencer 3 a 1 a Ferro


Goleadores. Festejan Martín Gómez, quien cerró la cuenta, y Luis Tonelotto, quien abrió el marcador.

Ariel Ortega ya está en Buenos Aires pero acá, en Mendoza, la vida de Independiente Rivadavia sigue.
Claro, todos los que ayer insultaron al Burrito no vacilarán en decir “tenía que irse para que juguemos bien”. Y aunque los hechos (o al menos el triunfo de ayer ante Ferro) les dieron la razón, el análisis sobre el paso del jugador de River deberá ir mucho más allá de los noventa y pico de minutos que Independiente Rivadavia superó sin problemas (y por momentos con muy buen juego) al Verdolaga, conservando sus chances matemáticas de lograr un lugar en la promoción.
Eso es lo importante, que la Lepra recuperó parte de su identidad futbolística y con pasajes de buen fútbol, principalmente cuando esa joya llamada Martín Gómez agarraba la pelota.
Y al Pelado lo acompañaron bien Tonelotto y Gabriel Roth, ayer muy observado por transformarse en el sucesor de Ortega como enganche del equipo.
Así, tras unos primeros 30 minutos soporíferos, se despertó Gómez y, en consecuencia, también su equipo. Demostrando su vital importancia, la primera incursión seria del lasherino terminó en la cabeza del hombre-gol de los Azules. Así, cambiándole el palo al arquero Etulain, Independiente pasó a mandar en el score cerca del final del PT.
Así comenzó a cimentarse el triunfo del Azul, que pudo ampliarse cuando otra escapada de Gómez dejó solo al Puma Garipe, que casi anotó con un derechazo.
El tibio Tren de Caballito se aproximaba a Guzmán, pero no generaba peligro. Sólo podía llegar al gol por una desinteligencia local, y así fue.
Vicente Monje escapó por izquierda y, mal marcado por los centrales azules, apareció Maximiliano Castano para empardar el partido.
Era ahí cuando la Lepra debía manifestar su fortaleza y demostrar que todavía puede dar lucha. Y así fue, porque otra vez Gómez agarró la posta y por poco llega al empate si le daba con más precisión con la derecha.
También lo tuvo Tonelotto, dos veces de cabeza, y aunque la segunda no la festejó él, un rebote en el travesaño le dejó la pelota servida a De la Vega, que puso el transitorio 2-1.
Los cambios realizados por la dupla Bolado-Garín también fueron determinantes, porque las entradas de Coudannes y Carignano le dieron frescura y movilidad al equipo.
Eso fue determinante para consumar la celebración final, que llegó producto de una maravillosa jugada de Martín Gómez, que empezó en la mitad de la cancha, eludió un rival y sacó un derechazo que se metió junto a un palo del arco visitante.
Así se cerró el 3 a 1 para Independiente Rivadavia, que sigue vivo, que mucho más allá de los hombres (y los nombres) que puedan llegar o irse, ayer en la cancha demostró que está representando por once jugadores que pueden hacer muy bien su trabajo.

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