
El Tanque Boderone intenta pasar por entre Giarrizo y Martinelli. La Lepra consiguió tres puntos vitales.
Esta vez el tiro salió para el lado de la justicia, y tuvo el plus de la agonía, de la emoción, de ese grito atragantado que se hizo esperar por 44 minutos, hasta que apareció la brillante pelada de Gómez para dibujar un final cinematográfico.
Por esos condimentos, por el regreso al banco de suplentes de un técnico (Roberto Trotta) que va por la revancha, los tres puntos de oro que consiguió anoche Independiente se potencian en su significado.
Por fin, Independiente se sacó la mufa y ahuyentó los fantasmas de no poder ganar en el Gargantini. Por fin, la Lepra pudo delirar de alegría después de tanto sufrimiento.
La ruleta rusa esta vez le tenía deparado a Independiente un final feliz. El domingo pasado, ante la CAI, había padecido en carne propia el sentimiento de quedarse con las manos vacías en el último minuto, y anoche, casi como un guiño cómplice del destino, encontró la felicidad en los últimos instantes del juego.
Hasta el gol de Martín Gómez, Independiente había hecho los méritos suficientes para ponerse en ventaja.
Por el poco tiempo y las urgencias de sumar tres puntos, fue lógico ver a un Independiente abrumador en su vértigo y apurado por conseguir una rápida ventaja que le permitiera descansar.
Con el plus de conocer el noventa por ciento del plantel, en apenas dos días de trabajo al frente del equipo, Roberto Trotta ajustó tuercas en el engranaje defensivo. A partir de ese aspecto tan importante en cualquier equipo, Independiente mejoró en lo colectivo. En eso mucho tuvo que ver la acertada inclusión de Martín Abaurre, además de los oportunos cambios que terminaron siendo decisivos, especialmente el de Diego Caballero, quien ingresó para meter un desborde y sacar un centro en una baldosa para que del resto se tuviera que encargar ese Siete Bravo que tiene la Lepra, léase Martín Gómez.
Ojo, Chicago no hizo un mal planteo. Con el objetivo de aguantar el cero, intentó explotar los espacios que Independiente dejaba en la retaguardia. Y con un Cervera encendido, más las ganas de Vitali, el empuje de Barbosa y la calidad de Julio Serrano, pegó un par de sustos en el área leprosa.
Pero, pese a los nervios de algunos jugadores por querer demostrar todo en 45 minutos (caso Fernández y Landa Garza) a este Independiente se lo notó más comprometido con el objetivo, más enchufado y con ganas de salir de la malaria.
Sebastián Ferrero pivoteó bien y fue el socio ideal de Gómez. Solís volvió a su posición natural y Jorge Priotti dio claridad al traslado de la pelota.
No debió sufrir tanto Independiente. De hecho, pudo haberlo ganado con esa volea de Ferrero que se fue afuera, en el cabezazo de Ledesma, en el centro de Fernández que no conectó De la Vega o en la peinada de Ferrero que tapó De Olivera con lo justo.
Pero el destino le tenía deparado un capítulo heroico a Mar-tín Gómez, el petiso que pegó el salto más alto de su vida.
Fuente: Los Andes.
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