domingo, 17 de febrero de 2008

Ganó con ritmo de cuarteto


La gran figura. Martín Gómez, hermano del recordado Pablo, estuvo imparable.
Con una memorable goleada, Independiente logró su primer triunfo en el historial ante Platense y comenzó a consolidar una remontada que espera ser confirmada la próxima semana cuando dispute dos partidos fuera del Parque.
Desde el vamos, comenzó mejor Independiente Rivadavia con un arranque altanero, queriendo jugar en campo de Platense. Imponiendo el ritmo del partido, deseando hacer la diferencia rápidamente sobre un Calamar que, en principio, se mostró sólido en todas sus líneas.
El mejor argumento Azul era Martín Gómez porque Benegas no se acoplaba bien, y Torres tenía un primer tiempo para el olvido. Gómez corría a todo el mundo y junto a Paredes levantaban la bandera del optimismo del Parque.
Independiente tuvo a los 8 minutos la chance de ponerse en ventaja, pero el árbitro no cobró el penal a Gómez.
Platense comenzó a salir porque contaba con el buen trabajo de Juan Pablo Gómez y la movilidad de Concistre en ofensiva. Si bien no creaba grandes situaciones, trasladaba el juego lejos de su área.
Hasta que a los 25 llegó la apertura del marcador. A esa altura, Paredes se había convertido en un valor decisivo y, en una de sus incursiones, logró el tanto de la apertura tras un gran centro de Gómez. Después, el árbitro le anularía mal el segundo al Doctor y Platense sobre el final estuvo a punto de igualar con un zurdazo de Juan Pablo Gómez, que Vivaldo sacó cuando hasta los relatores lo cantaban.
Ambos Gómez habían sido importantes para sus equipos. Martín desbordando y poniendo en aprietos a la defensa visitante, y Juan Pablo se convertía en el mejor de su equipo porque era uno de los pocos en pedirla, mostrarse como receptor e intentar con remates desde afuera.
Para el complemento, Independiente salió decidido a liquidarlo. A los dos minutos ya lo tuvo a Benegas como protagonista. Otra vez apareció por sorpresa Paredes y su remate fortísimo se fue un metro arriba del travesaño.
Después de eso, Trotta sacó a Torres, su enganche, y metió a Ledesma para armar un 4-4-2 que fue resistido por su propia parcialidad, sobre todo por la platea Azul.
Esto provocó que Independiente se retrasara, perdiera el dominio del terreno y hasta el balón, ante un equipo timorato como Platense.
Ni siquiera con el empujón que llegó desde el otro banco, el Calamar aprovechó la situación.
Y cuando el segundo tiempo se desarrollaba en la monotonía, y parecía que sólo quedaban la voluntad, las ganas y la habilidad de Juan Pablo Gómez como argumento visitante, apareció la voracidad de Independiente para liquidar el pleito.
Aquel intento de Trotta, de cerrar a su equipo y esperar las mejores contras para sentenciar la historia, terminaría dando buenos dividendos.
Porque esas contras seguirían siendo encabezadas por Martín Gómez, que no había perdido la lucidez para definir en el momento adecuado, asistir en otros instantes y terminar erigiéndose en la gran figura de una noche inolvidable que motivó al pueblo Azul a festejarla casi como un título.
Fuente: Los Andes.

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